jueves, 19 de febrero de 2009

Amor en juego!

La facinaciòn que ejercen las ferias en nosotros, seguramente se debe a la similitud que tienen con nuestra vida amorosa.
Cualquier parque de diversiones ofrece toda una gama de atracciones, que varian desde las simplonas hasta las peligrosas.
Asì suele ser el amor!
A cada persona le llega de manera que le resulte atractivo como para experimentarlo, de lo contrario, pierde su encanto.
He visto gente tan adicta a la adrenalina y las emociones fuertes, que eligen la montaña rusa del amor! Subidas y bajadas a velocidades aterradoras, volteretas, giros inesperados,contra toda cordura y retando las leyes de la fìsica; van y vienen de cabeza, de lado, y algunas veces dan la impresiòn de irse al vacìo...Y sin embargo, la eligen, porque necesitan ese torbellino pasional que los pone a experimentar una oleada de altibajos emocionales.
Pero, en cuanto el pequeño carro rojo, aminora la velocidad y llega al punto de partida, se esfuma la diversiòn, porque yà no hay misterio, y generalmente, sus tripulantes, optan por bajarse para ir en busca de otra màs nueva, màs alta, hasta de diferente material, con tal que ofrezca experimentar el goce superlativo tantas veces sea necesario hasta llegar al hastìo.
Estas personas, pueden llevar esa relaciòn a niveles muy intensos, pero de poca duraciòn. Generalmente bajan del juego aburridos y llenos de quejas, lo que antes fuè novedad, hoy es arcaico.

Habemos los que preferimos montarnos en el carrusel, cuyo vaivèn es casi un arrullo.
Donde iniciamos el recorrido es el mismo lugar donde lo renovamos; vuelta tras vuelta. Rutinariamente, cadenciosamente, con suave mùsica y luces que prenden y apagan al compàs del sonido. Podemos ver desde nuestro lugar ir y venir a las demàs personas, porque su recorrido es lento y seguro.

Otras parejas no pueden resistir la tentaciòn de subir a la rueda de la fortuna; tal vez por ser un reto en sì y la màs popular de todos tiempos. Al columpiar el sillòn sobre el vacìo, se justifica el asirse de la otra persona, lo que al principio se antoja tan romàntico. Pero conforme se levanta la altura, el abrazo se convierte en obligatorio; el vèrtigo se apodera de la mente y los pies pierden el piso.
Algunos lloran, otros se marean, unos se aterran lo que puede provocar la burla del otro.
De la risa al llanto en un santiamèn! Una expresiòn sado-masoquista que persevera.
Cuando se balancean peligrosamente en la cùspide son capaces de jurar que eso se acabò ahì;que jamàs vuelven a intentarlo, pero al regresar al nivel seguro, la rutina se repite.
Sòlo ellos saben cuàndo habrà terminado la obsesiòn de dar giros sin sentido y tal vez opten por buscar emociones menos fuertes.

Hay quienes, para no perder la pose y el peinado, ùnicamente subiràn a las tazas giratorias; desde allì se dejan mirar, y sin otro objetivo, daràn las vueltas necesarias mientras alguien los vea circular.
Todos conocemos algùn aficionado a los carros chocones! Una y otra vez estrellàndose entre sì, sin control del camino a seguir, sin embargo, tambièn le emociòn de embestir al contrario hace que la necedad persista y queden atrapados.
Los de personalidad bipolar, seguramente treparàn al martillo, donde no hay adelante y atràs; todo es confuso y extremo.
Sin embargo, no puede faltar la casa del terror, èsa donde se les advierte que entran bajo su propio riesgo y que no hay vuelta de retorno, y a pesar de lo tenebrosa que parezca, los llama lo desconocido y hacen del miedo su forma de ser.
Juegos mecànicos para todos los gustos! Amores de infinitas variedades!
Los seres humanos somos la ùnica especie que se enamora para elegir pareja, y el torbellino ò la suave brisa que nos acompañe, serà causa indirecta de la selecciòn.
Nadie puede dar la receta secreta!
Nunca debemos adelantar juicios!

Cada quièn habla... segùn le fuè en la feria!

Samantha

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